Parece que los mayores somos
uno de los mayores problemas de la sociedad. En contraste con la constatación optimista
de que la esperanza de vida va en aumento, para los hombres y para las mujeres,
pero siempre llevando la ventaja las mujeres: “ladies first”. Y como somos un problema que encima va en
aumento, hay que buscarnos soluciones.
Innobasque, la Agencia Vasca de la Innovación, ha estudiado el tema y como resultado editó en 2013 un libro de 72 páginas con el título “Guía para la gestión de la edad en las organizaciones de Euskadi” . El subtítulo aclara que se dan “doce propuestas de aplicación en las organizaciones y tres recomendaciones para las administraciones”. El trabajo fue realizado por Cidec Innovación y Desarrollo Social, como fruto de los debates, aportaciones y reflexiones de los i-Talde de Empleo y Envejecimiento de Innobasque, en los que participan o han participado numerosas organizaciones.
Recientemente hubo una polémica
sobre la fijación del límite de edad de 35 años para la admisión a las pruebas para
entrar en la Ertzaintza, la policía vasca,
que por orden de la justicia han tenido que retirar por considerarse una
discriminación por edad, porque va en contra de lo que dice la Declaración de
los Derechos Humanos. Aunque los jóvenes en general tienen más ventaja física,
hay personas de más de 35 años que físicamente están más en forma que algunos
jóvenes de 25. Lo que importa es la capacidad de superar las pruebas, no la
edad. A menudo se ven en los medios anuncios de ofertas de empleo en los que se
limita la edad a 35 años. Debería estar prohibido fijar esta condición previa. Lo
que importa para un puesto de trabajo es la aptitud, los conocimientos y la
experiencia que requiere el puesto, independientemente de la edad. El salario
lo fija la empresa, aunque a veces cederá si el candidato le interesa mucho.
Esto no quiere decir que no hay
que luchar contra el desempleo juvenil. Pero sobre todo preparando lo mejor
posible a los jóvenes para el empleo. Hay instituciones y organizaciones sin
ánimo de lucro que se preocupan de ello, como la Fundación Novia Salcedo que
organiza programas de integración de los jóvenes en el mundo laboral y en los
que colaboran empresas y profesionales en activo. Pero también pueden colaborar mucho los profesionales
jubilados de SECOT con su experiencia laboral y empresarial, asesorando y
tutorando a jóvenes emprendedores.
Existe una moda de generalizar en
base a unos datos estadísticos o de unas
encuestas, pero que no lo dicen todo. Cada individuo, cada caso es diferente, a
pesar de ciertas similitudes. Si las comparaciones son (muchas veces) odiosas (Cervantes),
las generalizaciones son a menudo malas.
Tenemos por ejemplo el fenómeno alarmante
NiNi, el joven que ni estudia ni trabaja. En inglés es algo más preciso y lo
llaman NEET (que no está en el empleo, ni en la educación, ni en la formación).
Hay muchas diferencias entre los NiNis. Además no se considera el mismo rango
de edad entre varios países. Tiene mucho que ver con la familia, la situación y
características familiares, las amistades, las aptitudes y características
personales. Hay los que quieren y no pueden y otros que pueden y no quieren (quieren
que se les regala todo). Lo que debe valer es “Si la montaña no va a Mahoma,
Mahoma va a la montaña” (Francis Bacon). En Wikipedia se enumeran algunas
causas del fenómeno NiNi: algunas externas a los jóvenes y otras que dependen
de ellos mismos y del entorne en el que se mueven.
¿Si un joven está en el paro
durante un año se puede hablar de una generación perdida? Depende de lo que
hace este joven durante este tiempo. En mis tiempos de juventud, después de
estudiar, teníamos que hacer un año de mili, que no sé si aporta algo para el
CV profesional. Pero se aprendía algo, cosas negativas y positivas de la vida,
ejercicio físico... Ahora ya no hay mili obligatoria. ¿Qué hace un joven mientras
está un año en el paro, a qué se dedica? ¿Está metido en una ONG como
voluntario? Podría ser útil para su CV, porque no solo el diploma cuenta para
la empresa que le va a contratar. Ni una persona joven ni una mayor deben estar
quietas. Nunca. El año sabático es para cuando te jubilas después de muchos
años de trabajo, o para reflexionar sobre tu futuro. Después vuelves a ser
activo. Se necesitan virtudes como personalidad, carácter, ganas, voluntad,
etc., que evidentemente deben ser apoyados por la educación y la formación. Y ¡ojo!
enseñanza no es lo mismo que educación.
El problema de la “sociedad envejecida” no es nuevo. Hace veinte años ya se planteaba el problema. Buscando información en internet encontré una carta de la madrileña María Ángeles Argüelles Campos al director del periódico ABC, en la edición del 30 de noviembre de 1995. Escribe textualmente así:
“Señor director: Comentaba Santiago Martín la noticia aparecida en ‘The
Economist’ sobre soluciones para una sociedad envejecida: primero, pagar la
jubilación (¿ojo! que esto no es un regalo… es dinero ganado licita y duramente
durante años de trabajo) solo durante diez años; segundo, al final de estos
diez años, el viejo (dejémonos de eufemismos) pasará a depender de sí mismo o
de su familia… Y, finalmente, hay otra opción: un programa de eutanasia para
los rebeldes que decidan no morirse por las buenas… Y esto, ¿cómo lo harán?...
¿Saldrán anuncios como el siguiente?: ‘Señores viejos de la generación del 35
(la mía): el día tanto de tantos, se concentrarán ustedes en el lugar que se
les indicará previamente donde serán dignamente 'eutanasiados'.
Atentamente les saluda el ministro de Bienestar Social’. Triste sociedad (con
minúscula) en la que, aunque solo sea de pasada, se empieza a hablar así.”
Yo también soy de la generación nacida
en el 35, igual que María Ángeles. Y aunque estoy ya 15 años jubilado me gusta
el ocio, pero no estar ocioso. Ocio para mí es hacer algo que te ilusiona. Recuerdo
lo que decía un compañero de trabajo a las 5 de la tarde, hora formal del fin
de la jornada laboral de la empresa: “Ahora me quedo, porque me sale de los c…”.
Pero que no se convierta en costumbre.
Si los jóvenes quieren que les
ayudemos, que cuenten con nosotros, los seniors de SECOT, mayores pero no “viejos”.
Al asesorado le enseñamos, le damos consejos y pistas, pero el trabajo lo tiene
que hacer él mismo, el asesorado.
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