jueves, 28 de mayo de 2015

¿Qué hacer con una sociedad envejecida?


Parece que los mayores somos uno de los mayores problemas de la sociedad. En contraste con la constatación optimista de que la esperanza de vida va en aumento, para los hombres y para las mujeres, pero siempre llevando la ventaja las mujeres: “ladies first”.  Y como somos un problema que encima va en aumento, hay que buscarnos soluciones.

 
Innobasque, la Agencia Vasca de la Innovación, ha estudiado el tema y como resultado editó en 2013 un libro de 72 páginas con el título “Guía para la gestión de la edad en las organizaciones de Euskadi” . El subtítulo aclara que se dan “doce propuestas de aplicación en las organizaciones y tres recomendaciones para las administraciones”.  El trabajo fue realizado por Cidec Innovación y Desarrollo Social, como fruto de los debates, aportaciones y reflexiones de los i-Talde de Empleo y Envejecimiento de Innobasque, en los que participan o han participado numerosas organizaciones.

 El principal problema al que hay que dar una solución es bien conocido: el desempleo que afecta a jóvenes y mayores. Más en número a los primeros, pero con mayor tasa de aumento en los segundos. Por lo que, según el informe, para poder solucionar el problema hay que aplicar estrategias y políticas “para mejorar la competitividad de las organizaciones, capitalizar el conocimiento y experiencia de todos los trabajadores, incluyendo los de más edad; favorecer el intercambio de información y conocimiento entre generaciones; facilitar el desarrollo paralelo de entornos productivos más competitivos que ofrezcan a las personas mejores oportunidades en su vida profesional, atendiendo asimismo las expectativas de aumento de la duración de la vida laboral.” De acuerdo. Y también está, como consecuencia del paro y del envejecimiento, el problema del mantenimiento de las pensiones.

 En el suplemento INNOVA+ del Correo del 27 de mayo, hay un artículo de la joven periodista Oyane Flaño con el título algo optimista “Soluciones para una sociedad envejecida”, que también trata del citado informe. Oyane entrevista a Gotzon Bernaola, director de programas de Innobasque, quien afirma que hay que cambiar actitudes y que se valore mejor los trabajadores de edad, porque puede ser muy provechoso. “Los años acumulados de experiencia laboral no deben tirarse a la basura”, afirma.

Recientemente hubo una polémica sobre la fijación del límite de edad de 35 años para la admisión a las pruebas para entrar en la Ertzaintza, la policía vasca,  que por orden de la justicia han tenido que retirar por considerarse una discriminación por edad, porque va en contra de lo que dice la Declaración de los Derechos Humanos. Aunque los jóvenes en general tienen más ventaja física, hay personas de más de 35 años que físicamente están más en forma que algunos jóvenes de 25. Lo que importa es la capacidad de superar las pruebas, no la edad. A menudo se ven en los medios anuncios de ofertas de empleo en los que se limita la edad a 35 años. Debería estar prohibido fijar esta condición previa. Lo que importa para un puesto de trabajo es la aptitud, los conocimientos y la experiencia que requiere el puesto, independientemente de la edad. El salario lo fija la empresa, aunque a veces cederá si el candidato le interesa mucho.

Esto no quiere decir que no hay que luchar contra el desempleo juvenil. Pero sobre todo preparando lo mejor posible a los jóvenes para el empleo. Hay instituciones y organizaciones sin ánimo de lucro que se preocupan de ello, como la Fundación Novia Salcedo que organiza programas de integración de los jóvenes en el mundo laboral y en los que colaboran empresas y profesionales en activo.  Pero también pueden colaborar mucho los profesionales jubilados de SECOT con su experiencia laboral y empresarial, asesorando y tutorando a jóvenes emprendedores.

Existe una moda de generalizar en base a unos datos estadísticos  o de unas encuestas, pero que no lo dicen todo. Cada individuo, cada caso es diferente, a pesar de ciertas similitudes. Si las comparaciones son (muchas veces) odiosas (Cervantes), las generalizaciones son a menudo malas.

Tenemos por ejemplo el fenómeno alarmante NiNi, el joven que ni estudia ni trabaja. En inglés es algo más preciso y lo llaman NEET (que no está en el empleo, ni en la educación, ni en la formación). Hay muchas diferencias entre los NiNis. Además no se considera el mismo rango de edad entre varios países. Tiene mucho que ver con la familia, la situación y características familiares, las amistades, las aptitudes y características personales. Hay los que quieren y no pueden y otros que pueden y no quieren (quieren que se les regala todo). Lo que debe valer es “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña” (Francis Bacon). En Wikipedia se enumeran algunas causas del fenómeno NiNi: algunas externas a los jóvenes y otras que dependen de ellos mismos y del entorne en el que se mueven.

¿Si un joven está en el paro durante un año se puede hablar de una generación perdida? Depende de lo que hace este joven durante este tiempo. En mis tiempos de juventud, después de estudiar, teníamos que hacer un año de mili, que no sé si aporta algo para el CV profesional. Pero se aprendía algo, cosas negativas y positivas de la vida, ejercicio físico... Ahora ya no hay mili obligatoria. ¿Qué hace un joven mientras está un año en el paro, a qué se dedica? ¿Está metido en una ONG como voluntario? Podría ser útil para su CV, porque no solo el diploma cuenta para la empresa que le va a contratar. Ni una persona joven ni una mayor deben estar quietas. Nunca. El año sabático es para cuando te jubilas después de muchos años de trabajo, o para reflexionar sobre tu futuro. Después vuelves a ser activo. Se necesitan virtudes como personalidad, carácter, ganas, voluntad, etc., que evidentemente deben ser apoyados por la educación y la formación. Y ¡ojo! enseñanza no es lo mismo que educación.


El problema de la “sociedad envejecida” no es nuevo. Hace veinte años ya se planteaba el problema. Buscando información en internet encontré una carta de la madrileña María Ángeles Argüelles Campos al director del periódico ABC, en la edición del 30 de noviembre de 1995.  Escribe textualmente así:

“Señor director: Comentaba Santiago Martín la noticia aparecida en ‘The Economist’ sobre soluciones para una sociedad envejecida: primero, pagar la jubilación (¿ojo! que esto no es un regalo… es dinero ganado licita y duramente durante años de trabajo) solo durante diez años; segundo, al final de estos diez años, el viejo (dejémonos de eufemismos) pasará a depender de sí mismo o de su familia… Y, finalmente, hay otra opción: un programa de eutanasia para los rebeldes que decidan no morirse por las buenas… Y esto, ¿cómo lo harán?... ¿Saldrán anuncios como el siguiente?: ‘Señores viejos de la generación del 35 (la mía): el día tanto de tantos, se concentrarán ustedes en el lugar que se les indicará previamente donde serán dignamente 'eutanasiados'. Atentamente les saluda el ministro de Bienestar Social’. Triste sociedad (con minúscula) en la que, aunque solo sea de pasada, se empieza a hablar así.”

Yo también soy de la generación nacida en el 35, igual que María Ángeles. Y aunque estoy ya 15 años jubilado me gusta el ocio, pero no estar ocioso. Ocio para mí es hacer algo que te ilusiona. Recuerdo lo que decía un compañero de trabajo a las 5 de la tarde, hora formal del fin de la jornada laboral de la empresa: “Ahora me quedo, porque me sale de los c…”. Pero que no se convierta en costumbre.

Si los jóvenes quieren que les ayudemos, que cuenten con nosotros, los seniors de SECOT, mayores pero no “viejos”. Al asesorado le enseñamos, le damos consejos y pistas, pero el trabajo lo tiene que hacer él mismo, el asesorado.

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