(Un artículo de nuestro vice presidente y economista Juan Alberto González)
El emprendimiento es una aventura que desarrolla un emprendedor.
Es un proyecto que se desarrolla con esfuerzo y haciendo frente a diversas dificultades, con el propósito de alcanzar un objetivo fijado previamente.
Generalmente, surge como un proyecto personal al que se le atribuyen esfuerzos para desarrollarlo, y frecuentemente implica sortear obstáculos y dificultades para llevarlo a buen puerto.
En cualquier caso es un asunto serio. Hablamos de emprender, de jugarse el dinero propio, de arriesgar una carrera profesional y de comprometer a veces, aunque no es recomendable, la economía familiar del emprendedor.
Cuando un emprendedor nos solicita ayuda para su proyecto, debemos estudiar su propuesta desde dos puntos de vista diferentes y complementarios:
El primero es el aspecto puramente técnico del proyecto para ver si su idea es viable y está bien planteada, con objeto de ayudarle a preparar, posteriormente, su plan de negocio y ver sus opciones y necesidades comerciales, económicas y financieras principalmente.
En segundo lugar, y no menos importante, estudiar el componente emocional para ver si es capaz de soportar el esfuerzo y la tensión que requiere la puesta en marcha de su proyecto.
Antes de empezar con el trabajo propiamente dicho, es importante hacerle ver que el tener una idea es importante, pero que no es suficiente para que el proyecto salga adelante. es condición necesaria pero no suficiente.
Es bastante habitual en los emprendedores escuchar que su idea es tan buena que se venderá por sí sola y que con eso es suficiente. En general, no saben explicarla a los terceros en un lenguaje comprensible para los que escuchan. Es la situación de “yo me lo guiso, yo me lo como”. Creen que como ellos lo entienden, los demás también lo harán. Es algo muy frecuente.
Por ello, se les debe convencer para que corrijan su mensaje y que, en breves minutos, de 3 a 5, o incluso segundos, lo puedan explicar. Se conoce como la presentación del ascensor o “elevator pitch”. Es donde fallan la mayoría de los emprendedores.
Es importante distinguir entre aptitud, ser capaz de hacer algo, y actitud, querer hacerlo hasta sus últimas consecuencias.
Además, se le debe informar de que el mentor o el asesor, no le va a hacer su trabajo. Su misión es enseñarle a hacerlo, no hacérselo. Por ello, hay que convencerle para que aprenda a hacerlo, de forma que cuando esté solo pueda seguir haciéndolo.
Nunca imponerle cosas. El mentor no le dice lo que tiene que hacer, le sugiere distintas opciones, pero la decisión siempre debe tomarla él.
A la hora de aceptar ayudar a un emprendedor, hay que tomar una decisión que es muy importante. Qué vamos a hacer: ¿asesoría o mentoring?
Aunque parezca lo mismo, hay diferencias notables.
La asesoría parece más bien dirigida a ayudar al emprendedor a preparar su plan de negocio en todos sus aspectos: comercial, técnico, legal, económico financiero, etc. Es más bien una ayuda técnica que, a veces, no contempla el aspecto emocional de la persona y no ayuda a conectarse con ella.
El mentoring va más bien dirigido a explorar y descubrir las posibilidades que ofrece el proyecto y lo que, a veces, se oculta dentro de la persona. Se trata de mejorar ese proyecto descubriendo cosas que el propio emprendedor desconoce.
En mi ya larga experiencia como mentor y asesor con emprendedores en Secot, de cerca de 12 años y más de 100 proyectos en los que he participado, me he encontrado de todo. Desde proyectos magníficos que han obtenido premios importantes, hasta otros muy interesantes que actualmente están activos trabajando muy bien, y otros, la mayoría, que no se han podido poner en marcha o no se hayan activado supongan un fracaso.
Las causas son muy variadas: el proyecto no estaba maduro, necesitaba demasiada financiación, técnicamente era difícilmente realizable con los medios que se contaba, localización física equivocada, medios digitales deficientes, etc.
Otro aspecto muy importante, es hacerle ver la diferencia entre emprendedor y empresario.
El emprendedor es el que tiene una idea y la quiere desarrollar en un proyecto. pero para que ese proyecto tenga vida, necesita reconvertirse en empresario.
El emprendedor por tanto es una persona a quien lo incierto le supone un desafío. Pasar de trabajar por cuenta ajena, a tener que resolver problemas.
Por el contrario, el empresario es una persona que se mueve en un mundo incierto y se tiene que enfrentar continuamente a distintos desafíos.
Resumiendo: el emprendedor tiene la idea y el empresario la desarrolla y la hace viable y duradera.
Otro tema a considerar y que se suele presentar, es que muchos confunden el concepto entre ser emprendedor y buscar el autoempleo.
En el primer caso, se necesita un apoyo mucho más profundo porque el tema suele ser más complejo.
En el caso del autoempleo, la motivación es diferente y lo que busca esa persona es iniciar un negocio, en el que muchas veces no es experto, porque necesita ganar dinero. No suele salir bien.
Por ello, hay que analizar desde el principio, cuál de las dos opciones se desea desarrollar, para que el tratamiento sea el adecuado.
En el caso del autoempleo, cuando se le indican las acciones y estudios, de todo tipo, que necesita su proyecto, suelen abandonar porque no se consideran capaces y no lo ha estudiado lo suficiente.
La persona responsable del asesoramiento, debe decidir si lo que se necesita es asesoramiento o mentoring. La tendencia actual por parte de los profesionales que ayudan a los emprendedores, se inclina más hacia el mentoring.
El motivo, comprobado por la experiencia, es que el mentoring permite profundizar más en las posibilidades del emprendedor y enriquece su conocimiento y su proyecto.
¿Esto significa que se debe abandonar el concepto del asesoramiento? En absoluto. Lo que hace es mejorar, con nuevas técnicas, el asesoramiento tradicional.
La labor del mentor se debe basar en conectar, conversar, cerrar.
Las habilidades que necesita un mentor para llevar a cabo conversaciones de mentoring de calidad son: escuchar para comprender, hacer las preguntas adecuadas y dar feedback efectivo.
Escuchar para comprender significa buscar primero entender el punto de vista de la otra persona y después ser entendido.
Las preguntas clave son qué, cómo, dónde, cuándo, quién.
Dar feedback efectivo. ‘Feedback’ es una información que se da en el presente, sobre algo del pasado para que tenga un impacto en el futuro. Independientemente de que lo que tengamos que decir sea algo positivo (reconocimiento) como si es algo negativo (algo que reconducir).
La conexión emocional es muy importante. Interesarse por su situación con preguntas como: ¿Qué tal estás? ¿Cómo te sientes hoy? ¿Qué ha ocurrido desde que hablamos? etc.
Conexión con el proceso. Es la otra parte del procedimiento.
Preguntas como
¿Qué tal han ido estas semanas?, ¿Cómo ha ido con el plan de acción de la última sesión?, ¿Qué has hecho?, ¿Qué has aprendido? Etc.
Resumiendo. El asesor o mentor, debe averiguar dos cosas importantes: ¿el proyecto es de emprendimiento o se trata simplemente, de autoempleo? ¿tiene posibilidades de ponerse en práctica?
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