domingo, 15 de enero de 2012

Dos jóvenes emprendedoras han desarrollado un casco invisible para ciclistas

En 2005 Anna Haupt y Terese Alstin iniciaban juntas una tesis de master de diseño industrial en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Lund en Suecia. Suecia acababa de introducir una ley que obliga a los niños hasta 15 años llevar el casco para ciclistas, lo que había desatado un debate acalorado sobre si se extendería también a los adultos. Como son muy femeninas y coquetas no les atraía nada tener que llevar un casco de poliestireno y se les ocurrió que su tesis de master podía ser una ocasión perfecta para estudiar si el casco tradicional para ciclistas podía ser mejorado.
Se pusieron mano a la obra empezando con una encuesta en las calles de la ciudad de Lund, preguntando por qué tan poca gente llevaba el casco. Las razones eran múltiples: que eran molestos, horribles, que te estropean el peinado, que no puedes llevarlo sobre tu sombrero, etc. Es natural, que a gente como los suecos de Lund, que usan diariamente la bicicleta como vehículo de transporte, no les hacía gracia. Y las estudiantes de master llegaron a la conclusión que lo que había que cambiar era el producto y no el ciclista. Cuando preguntaron a la gente cómo quisieran que fuera un casco para ciclistas, respondieron: que tenía que ser un sombrero que incorporaba un casco, o algo pequeño que puedas plegar y meter en tu bolsillo, y por último… que sea invisible. La última respuesta les encendió la luz: un casco de ciclista invisible. Que no arruinara tu peinado. Dicen que este día aprendieron que nada es imposible, y que han aprendido de esta encuesta que personas que se consideran a sí mismo “realistas” son gatos miedosos que no tienen el valor suficiente de pensar en grande.
Y desarrollaron el casco invisible y montaron una empresa que llamaron Hövding igual que a su casco, lo cual en castellano quiere decir “Jefe”, porque consideran que su empresa y su idea es líder y modélica, que tiene como ambición cambiar el mundo.
Se trata de un casco totalmente diferente a los que hay en el mercado. Es ergonómico, práctico, y cumple con los requerimientos de seguridad, y además es sutil y se puede combinar con cualquier vestimento. Tiene la forma de un collar que se lleva alrededor del cuello y que contiene un airbag plegado, que solo aparece cuando tienes un accidente. El airbag tiene la forma de una capucha que  envuelve la cabeza y la protege. Se abre por un mecanismo de gatillo activado por sensores que detectan cualquier movimiento anormal de un ciclista en un accidente. Se llena de helio que sale de un pequeño contenedor de gas, el más pequeño que existe. Tiene una pequeña batería recargable, con puerto USB. Luces LED indican si está conectada y el nivel de carga. Los sensores son acelerómetros y giroscopios escondidos en una “caja negra”. La empresa pide enviarle esta caja negra después de un accidente porque puede ayudar e mejorar el sistema. Asimismo reciclan el producto y dan un descuento al comprar un nuevo Hövding. Pronto tendrán una tienda online en su web.
El collar que contiene el airbag está cubierto con un revestimiento desmontable que puede ser sustituido en para combinarlo con la ropa que llevas puesta. Están pensando en mejorar aún más el diseño.


Actualmente trabajan 16 personas en Hövding, con diferentes aptitudes y en equipo colaborando estrechamente. Tienen un departamento de I+D con matemáticos, ingenieros eléctricos y expertos en airbags. Tiene otro departamento de diseño industrial y de modelación, además del servicio a los clientes, el marketing y las finanzas. Tiene su oficina principal en Malmö y una pequeña filial en Kungälv, la unidad de producción, en las afueras de la ciudad de Göteborg.
Anna y Terese animan a otros a seguir sus pasos y que se atrevan a pedir algo mejor, a destacar entre la muchedumbre, y creer en sí mismo y en sus propias capacidades. Dicen que, aunque son una pequeña empresa, piensan en grande y se ponen metas altas. En seis años han ganado 9 premios, el último el Premio Index 2011, de Dinamarca, por valor de 100.000€, el mayor premio monetario del mundo para diseño en distintas categorías. Se otorga a diseños que destacan en mejorar la calidad de vida.

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