Una primera visión es la de Daniel Innerarity1, que escribe en El Correo de hoy, 21 de marzo, un artículo titulado “Una salida sostenible”. Parte de la hipótesis de que esto no es una crisis cíclica, que es “algo que reviste un carácter inédito y la convierte en el indicio de mutaciones más profundas. La principal consecuencia social de la crisis económica, la exigencia colectiva que más imperiosamente se nos plantea apunta en la dirección de una profunda revisión de nuestro modelo de crecimiento económico, cuya fijación en la inmediatez del corto plazo se ha revelado como la causa de su insostenibilidad. En este sentido es muy lógico que la salida de la crisis esté vinculada con los imperativos ecológicos, con la necesidad de pensar de otra manera el progreso y el crecimiento, es decir, la economía en su conjunto. Si hemos conseguido pensar sistémicamente tratándose de cuestiones que tienen que ver con el medio ambiente, ése es el aprendizaje que tenemos que realizar las sociedades en el manejo de los asuntos económicos.”
Tenemos que resolver la crisis económica con la misma filosofía y empeño que necesitamos en la lucha contra el cambio climático. Una lucha ecológica que no es separable de la economía. Una lucha que es un asunto de largo plazo que ya debería haber empezado. Daniel Innerarity termina su artículo diciendo que “El mercado es víctima del corto plazo; nuestro gran desafío consiste en instalar el largo plazo (la perspectiva sistémica) en la economía de mercado. Me permito aventurar que ésta es la dirección de los cambios sociales, políticos y de valores que deberíamos acometer.”
En la misma edición de El Correo, Elisa García entrevista a Jesús Bárcenas, Presidente de CEPYME. A la pregunta ¿Qué opinión le merece el proyecto de Ley de la Economía Sostenible que acaba de alumbrar el Gobierno?, responde, “Es muy importante y complejo. No pensemos que con el actual sistema productivo los cambios que adoptemos van a dar frutos de manera inmediata. Las miras tienen que ser a medio y largo plazo.” Y cuando abordan el tema de la reforma laboral afirma con razón que sus resultados “deben satisfacer a todas las partes, tanto al Gobierno como a los sindicatos, como a las patronales.” Pero admite que no es un asunto fácil, y que “la reforma laboral es importante, pero al igual que otras muchas reformas, como la educativa, la fiscal, la de la justicia o como la puesta en marcha de los proyectos de investigación, innovación y desarrollo, así como la internacionalización de nuestras compañías.” O sea, la sostenibilidad de la economía a largo plazo…
La tercera visión, aunque no explícita sobre la crisis, es la respuesta de Eduardo Punset a la pregunta de un lector, Carlos García Ferrer, en la revista XL Semanal de hoy, 21 de marzo: ¿Es preferible el amor al éxito? Punset compara a dos solicitantes de trabajo, un biólogo que se interesa exclusivamente por la oferta económica y laboral de la empresa, y una psicóloga que expresa su entusiasmo por el trabajo y su interés por la empresa. Punset nos pregunta “Se trata de dos finalistas en este concurso virtual cuyos historiales han sido cotejados y analizados sobradamente. En igualdad de condiciones de conocimientos adquiridos y pretensiones, ¿a quién elegirían: al biólogo o a la psicóloga?” Prima la profesionalidad y el espíritu constructivo. Y luego que la remuneración por parte de la empresa esté en proporción.
En la economía hay que dar y recibir, por ambas partes. Pero que no sea como decía Manuel Alcántara en alguna de sus columnas: Dicen lo de “da y se os dará”, pero no dicen que por donde…
1) Daniel Innerarity es catedrático de filosofía de la Universidad de Zaragoza y miembro de la Comunidad Internacional de Expertos de la Fundación Novia Salcedo.
2) CEPYME: Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa.
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