En el número de Octubre de 2005 de la revista INGENIERÍA QUÍMICA, el número especial de la EXPOQUIMIA de Barcelona, escribí un artículo, “La I+DT: Una prioridad para una industria de proceso sostenible y competitiva”. El 16 de febrero del mismo año se había firmado el Protocolo de Kioto, o sea hace exactamente un lustro. No había crisis económica comparable a la de hoy. El IBEX35 se recuperó lentamente después de haber tocado fondo en julio de 2002 a causa de la “burbuja tecnológica”…
El lema del artículo era una frase de José Ortega y Gasset: Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos.
Aunque han pasado cinco años (o justamente por esto), creo de interés repetir hoy las conclusiones del artículo:
“Le cuesta a Europa, y a España en particular, avanzar en la Estrategia de Lisboa. Es verdad que la mayoría de las grandes empresas analizadas han aumentado su gasto en I+D en el 2004, pero de forma muy desigual. Algunas han disminuido el gasto pero lo habían subido en 2003. Otras que han subido más en 2004, no habían subido o habían bajado en 2003. Pero en general el gasto de I+D no subió en la misma proporción que la cifra de negocios y los beneficios. Se dice que si las cosas van mal hay que investigar más, pero si las cosas van bien ¿hay que investigar menos? En el sector químico el gasto europeo parece estar a nivel del norte americano, pero no en España, porque no tiene grandes empresas químicas. También en el sector petróleo y petroquímico España queda detrás. En resumen, España sigue sin despegar a pesar del incremento de la I+D en el sector público y la industria española todavía está lejos del esfuerzo necesario para acercar España a la media europea. Hay que buscar más sinergias en asociaciones, en programas transnacionales y de gran alcance, y en un mayor aprovechamiento, por parte de las filiales de las grandes empresas extranjeras que operan en España, del sistema y potencial español de I+D. En la misma línea, la industria, a parte de dedicar ella misma mayores recursos humanos y financieros a la I+DT, debe revisar su forma de trabajar con las universidades y con los centros de I+D, participando en equipos integrados e interdisciplinarios y favoreciendo la movilidad de científicos entre la universidad y la empresa. Coincidimos con las conclusiones del Libro Blanco de COTEC cuando dice que se debe contar con una clase empresarial que asuma la innovación tecnológica como el principal factor de ventaja competitiva y con una comunidad científica y tecnológica capaz de compatibilizar la búsqueda de la excelencia científica con una mayor implicación en el mundo de la empresa que le permita buscar soluciones a las necesidades del tejido productivo.
La industria intensiva en energía tendrá que desarrollar nuevas tecnologías de procesos y de operaciones muy distintas a las actuales. Como seguirá subiendo el consumo de energías fósiles, las tecnologías convencionales, aunque se mejoren, no satisfarán las exigencias de reducción de los GEIs después del 2012, término del Protocolo de Kioto.
Las empresas españolas necesitan adquirir una visión de largo plazo que implica una mayor conciencia de la necesidad y de la importancia de la I+D, dándole un tratamiento más explícito en los informes anuales y planes estratégicos, no de forma opaca dentro de otros capítulos de gastos o inversiones. En opinión del Profesor de Administración de Negocios, Robert A. Howell, la mayoría de los directivos entiende implícitamente que las inversiones en I+D, las mejoras de proceso, los nuevos mercados y clientes, el capital intelectual e, incluso, la propiedad, el equipo y el equipamiento son los que conducen al crecimiento a largo plazo, a la liquidez y a la creación de valor. Sin embargo, tal como los modos presupuestarios tradicionales plantean, la compensación y los bonos tienden a ser empujados por los beneficios y esto conduce al comportamiento directivo en la dirección de respuestas a corto plazo.
“Para que un país viva realmente la innovación, ésta la tienen que liderar las empresas.” dixit Antonio Cancelo, Presidente de MCC (Mondragón Corporación Cooperativa - en una entrevista de El Correo en junio de 2005). Es lo que ocurre en los países líderes en tecnología.”
(fin del texto del artículo)
¿Hay algún político que lee revistas científicas o técnicas?
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